ODIO EL BACALAO

El mejor cachopo de Madrid quiere que lo llames Lola

No me llames Dolores
No me llames Dolores

“No me llames Dolores”, llámame… menos mal que el cachopo es inmejorable

Una de las principales razones para salir a comer, o a cenar, fuera de casa, es para darse ese pequeño “gusto” de que esté todo hecho. De que te traten bien. De pasar un buen rato. Y, además, disfrutar de platos que no sueles hacer en casa.
Disfrute que en el caso de  “No me llames Dolores”, te deja a medias. Especialmente, si vas en fin de semana.

Porque, desde luego, que si lo que buscas es pasar un rato agradable y que te traten bien, lo vas a tener complicado. En su defensa, diré que es cierto que restaurante y terraza se llenan al completo durante los días de fin de semana. Sin embargo, esta no es razón para perder las formas.

Camareros que pasan mirando a través de ti. Otros que no te contestan cuando les preguntas amablemente si hay hueco disponible. Y otros que, sin dirigirte la mirada, te tiran un papel con un número para ponerte en lista de espera. Tensión que se siente también entre los propios camareros, y que te dejan aún más incómodo para preguntar incluso dónde está el aseo.
Un cachopo excepcional, y una ensaladilla de salmón que no te puedes perder

Pero me gusta ser justa. Y en este caso, la cocina hace que la mala educación y los malos modos de los camareros de fin de semana sean soportables.

Y es que ya en la carta te avisan. Cachopo XXL. Y no mienten. El tamaño, incluso para compartir entre dos personas, es considerable. Pero, además, el sabor es sencillamente sensacional. Rebozado fino, bien relleno, y con muy buen producto. Un cachopo como pocos he comido, y que te hacen tener que desabrocharte el botón del pantalón vaquero para comer un poquito más (sin arrepentirte lo más mínimo de no poder cerrártelo después…).

Espectacular. Es la única palabra que podría definir a este cachopo. Y más aún, viendo su precio.

Sin embargo, no quiero desmerecer a otros productos de la carta. En especial, la ensaladilla de salmón. Una recomendación del camarero (de entre semana, radicalmente opuesto a los de fin de semana). Y un acierto 10/10. 

Un sabor que no te esperas. De nuevo, una calidad de producto de primera categoría. Algo que, además, en el caso del salmón se agradece (¿o soy la única cansada del salmón ahumado del malo allá donde vaya?). Sabor extraordinario, y cantidades que hacen que merezca la pena, y mucho, pagar el precio que aparece en la carta, nada excesivo.

Productos inmejorables, una cocina y apuesta gastronómica con mucho gusto. Una pena que la primera impresión, del trato al cliente, deje mucho que desear. Un punto ácido en una experiencia que, si no fuera por ello, sería una recomendación segura dentro de Madrid.